viernes, 26 de septiembre de 2014

MARATÓN, logros y motivación en las empresas (I)

 Si alguno habéis corrido una maratón, estaréis al corriente de que es como un viaje a lo desconocido. Sabes dónde empieza y dónde acaba, pero no sabes si llegarás, ni cómo lo harás. Sabes que el esfuerzo y la exigencia van a ser muy importantes, pero desconoces el grado de extenuación física que puedes alcanzar.

Permitidme un inciso para definir exactamente “maratón”, ya que a veces se identifica con cualquier tipo de carrera popular y no es así. Una maratón es una carrera a pié que supone cubrir la distancia olímpica de 42.195m. Ni uno más ni uno menos. Su nombre tiene un origen mítico y se remonta al año 490 aC cuando, tras una importante batalla, el soldado griego Filípides corrió los 38 km que hay desde  la llanura de Maratón hasta Atenas para anunciar la gran victoria obtenida contra los persas. El mensajero corrió tan rápido que al llegar a Atenas y proclamar su mensaje en el ágora, murió. En honor a esta gesta, en las primeras olimpiadas de la era moderna a la carrera más larga del programa se le dio el nombre de “Maratón”. La distancia definitiva se estableció en las olimpiadas de Londres de 1908, cuando la reina Alexandra exigió que el circuito de la maratón cubriera la distancia entre la salida en el castillo de Windsor y la llegada en la recta frente al palco del estadio olímpico. Exactamente 42.195m. Y así se quedó.

Bien, seguimos. El caso es que 2500 años después de la aventura de Filípides son cientos de miles las personas que anualmente se enfrentan a la maratón. Con todo lo que supone. Meses de entrenamiento y sacrificio, privaciones personales y dolor, mucho dolor. Es un dolor que conozco bien. Los últimos Km, si has acertado con el ritmo, experimentas un cansancio y un dolor muscular extremos. Pero como no hayas regulado adecuadamente, la agonía y el vacío físico que sientes son difíciles de describir con palabras. Y, sin embargo, continúas corriendo, hasta llegar a la meta. Tu meta


Lo que verdaderamente me fascina es, ¿por qué?

Existen muchas teorías al respecto. Internet está plagada de ellas para consulta de todos y no disponemos aquí de espacio para describirlas (Para interesados recomiendo vivamente el libro de Haruki Murakami “De qué Hablo cuando Hablo De Correr”, Ed. Tusquets.)

Mi opinión es que las personas, para vivir con plenitud, necesitamos retos, desafíos, metas que nos emocionen. Que den sentido a nuestras actividades diarias y que cuando los alcancemos los vivamos como un auténtico logro. Deben ser difíciles, pero no imposibles, y requerir aporte de energía y esfuerzo. El reto, la motivación, son intrínsecos, pero el logro se convierte también en extrínseco ya que finalmente lleva aparejado el reconocimiento de nuestro entorno.

Esto, ¿se puede trasladar a nuestros centros de trabajo en clave de motivación extraordinaria para nuestros colaboradores? Yo pienso que sí.

F. Herzberg formulo su teoría de la motivación en 1959. Para él, las personas estaban influidas por 2 factores: la insatisfacción, que es producto de los factores de higiene (cuando no están producen insatisfacción), y la satisfacción, que es producto de los factores de motivación (cuando están producen satisfacción). Por no entrar en demasiados detalles, los primeros son aspectos como el sueldo, la seguridad, las relaciones en el trabajo, etc.; y los segundos aspectos como el logro, el reconocimiento, el trabajo en sí mismo…Según Herzberg, entre todos estos factores, el más motivador sería la búsqueda de logro

De este modo, motivar a las plantillas de trabajadores, en sentido general, y una vez cubiertos los factores higiénicos comentados, requiere generar un entorno en el que las personas entiendan los objetivos en clave de reto y puedan alcanzarlos aportando energía y esfuerzo. Lo fundamental entonces es que empresas y  líderes creen las condiciones para que objetivos individuales y  de la organización sean paralelos y la persona los viva como posibles logros, de modo que la impulsen a invertir en su consecución  tiempo y esfuerzo. Porque no hay sensación más embriagadora que la de llegar a la meta.




Sobre estrategias concretas  para implantar todo esto en los centros de trabajo hablaremos en el próximo post.

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